Textos; Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv para Revista EXPECTATIVA
Las etapas del destino marcan una línea invisible que ni los enamorados alcanzan a descubrir en el marco de sus corazones. Esa figura del sentimiento tocó a Juancho Rois y Jenny Dereix cuando supieron que una criatura venía en camino. Él, lleno de emoción, y después de comprarle a su amada todas las flores que ofrecía una vendedora, pintó en su mente a su hijo siendo acordeonero, para que siguiera su línea musical, o el futbolista que siempre quiso ser.
Hoy, otra es la historia, porque su hijo Juan Humberto Rois Dereix, quien ya cuenta con 24 años, por aquellas estrategias del destino incursionó en la política y ganó. Ahora es concejal de Montería, actividad que alternará con sus estudios de derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana.
Lo primero que hizo al obtener el triunfo fue darle gracias a Dios, a los ciudadanos que lo acompañaron y a su señora madre la gestora de su primer objetivo político.
Seguidamente, anotó que “agradezco a mi papá, que siempre estuvo como mi ángel guardián. En todos los momentos sentía que me cuidaba, me hacía estar dichoso al tener a cientos de personas que me hablaban de él y me demostraban su cariño. Mi papá, es inmortal”.
Añoranzas paternas
‘Juancho’ Rois Dereix hace un rápido repaso por su vida donde le suenan acordeones, un balón se mueve en el campo del ayer, una finca ganadera aparece en su diario vivir y hasta los gallos cantan en el patio del recuerdo.
“Desde siempre, la política y las leyes me han gustado, por eso mi inclinación en esos campos. Respecto al acordeón, era imposible superar a mi papá, y al no vivir en San Juan del Cesar, sino en Montería, fue algo distinto. Pienso que cuando las cosas no salen del corazón, no es fácil andar por ese sendero”.
Calla un instante, y piensa en el padre que no tuvo el placer de conocer, manifestando que lleva su legado por lo amoroso y el don de servicio que lo identificaba.
Precisamente, el Rey Vallenato Julián Rojas, quien venció en 1991 a Juancho Rois en la tarima ‘Francisco El Hombre’ de la Plaza Alfonso López, entregó su concepto sobre el inolvidable acordeonero. “Juancho Rois fue humanista, noble,
amigo y demostró que nunca era apegado a nada. Su ejemplo en lo musical y su amplia manera de ser siguen vigentes, y cuando escuchamos las notas de Juancho se encuentra ese encanto que hace que nunca mueran, sino que se reproduzcan cada día”.
Bella historia
La historia de amor entre Juancho y Jenny estuvo enmarcada en notas y cantos de acordeón, flores, detalles, caminatas agarrados de la mano, y todo fue tan rápido, que estuvieron dos años de novios y solamente tres meses de casados.
El fruto de ese amor, Juancho Rois Dereix, no se cansa de exaltar a ese padre que murió lleno de ilusiones, con figuras llenas de esperanza y un cielo adornado con estrellas viajeras acompañadas de las notas de su acordeón que todavía están sembradas en el corazón del folclor vallenato.
“Mi papa fue grande, y por todas partes suenan esas canciones que grabó al lado de Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Juan Piña y Elías Rosado”, anota el vástago del músico nacido en San Juan del Cesar.
El hilo conductor del amor paternal lo lleva a declarar que de su papá conserva dos acordeones, algunas joyas, su música y un retrato grande, pero su momento cumbre es cuando en sesión solemne del sentimiento observa callado los videos de sus presentaciones, especialmente con Diomedes Díaz y Jorge Oñate.
“Mirar esos videos es reencontrarme con mi padre y su talento inigualable. Más aún con la canción ‘Por qué razón’, que le dedicó a mi mamá, a quien conoció en Tolú, Sucre, y que los llevó a tener un amor de película”.
Repasar ese episodio lejano, producto de la nostalgia que no conoce tiempo, sino que viaja en el tren de la vida, es como llegar a la estación del cariño donde se reviven momentos inolvidables.
Enternecido, y dedicándole el reciente triunfo político al célebre acordeonero, sorprende con otra declaración: “Yo merecí conocer a mi papá, y si tuviera la oportunidad de hacerle una petición a Dios, sería que me lo devuelva por unos segundos para que me dé el beso y el abrazo que me quedó debiendo cuando nací”.
Sobraban las palabras, y entonces los detalles del ayer también se enmarcaron en el año 1995 cuando el Festival de la Leyenda Vallenata fue en homenaje a Juancho Rois y a los compañeros que murieron en el accidente aéreo de Venezuela. El bajista Rangel ‘El Maño’ Torres y el técnico de acordeones Eudes Granados Córdoba, quienes hicieron una enorme contribución al folclor vallenato.
Nunca morirá…
Cada 21 de noviembre, exactamente desde el año 1994, en San Juan del Cesar, La Guajira, toma asiento en las páginas de la añoranza la figura de Dalia Esther
Zúñiga Vega, a quien las lágrimas visitan en su rostro al tener en primera fila la partida sin regreso de su hijo Juan Humberto Rois Zúñiga, Juancho Rois.
En su casa, todo gira en torno al acordeonero que impuso su propio estilo en el folclor vallenato. Allí tiene un cuarto, museo, lo llama ella, con cuadros de la vida y obra musical de su amado Juancho. Están los momentos gloriosos al lado de artistas, familiares y amigos. Todo hace indicar que en San Juan del Cesar, en ese rincón ubicado en la carrera 10 número 4-27, Juancho Rois vive aún.
A la entrada de la casa aparece una imagen a escala de Juancho, dándoles a todos la bienvenida. Tiene un ademán de “Todo bien”, luciendo el sombrero, la camisa, el pantalón y las botas que más le gustaban, asevera su mamá.
“De Juancho tengo todos los recuerdos, principalmente su hijo Juanchito, que ahora es concejal en Montería, y me produjo esa inmensa alegría a mis 79 años. Mi hijo Juancho Rois sigue viviendo, por eso en este espacio que es mi casa se nota su presencia en todos lados”, dice Dalia Zúñiga, quien anda llena de todas las evocaciones.
La charla con la matrona giró en torno a variados temas, pero siempre caía en la nota precisa y melancólica de ese hijo que supo llegar a todos, y que a ella la inundó de grandes detalles. Detalles que hoy son el alimento para tenerlo en la cima del alma donde se asciende con el corazón agradecido y las manos desocupadas para aplaudirlo eternamente.
Las notas de Juancho Rois nacieron en San Juan del Cesar, La Guajira, su tierra querida, donde fue sepultado y en cuya tumba aparece la lápida con una frase que lo pinta en toda su dimensión. “Lloramos tu ausencia, pero conservamos tus gratos recuerdos porque fuiste muy bueno. En nuestro corazón perdurará tu sonrisa, tu bondad y tu nobleza”