En el fútbol, como en la vida misma, habrá tiempo para sobreponernos y recuperarnos de los dolores y sinsabores que nos impone la adversidad; tiempos vienen y van, triunfos y derrotas. Sin lugar a dudas, el fútbol muestra el transcurrir de estos ciclos como experiencias y aprendizajes. La representación de la selección Colombia en la Copa América, con un grupo de jóvenes con experiencia y trayectoria futbolística, fogueados en los mejores clubes y ligas del mundo, evidencian su calidad futbolera; suficiente para disputar la final de la Copa América frente a la aguerrida selección Argentina; la mejor del mundo y, acostumbrada a ganar. Para ser campeones, debemos jugar y vencer a los mejores.
Por ello, nuestra selección merece todo el reconocimiento y admiración, un equipo conformado por un grupo de jóvenes gladiadores que, en la cancha entregaron todo para alcanzar la gloria. Este grupo de muchachos con talentos y capacidades puestas al servicio de la selección conmovió el sentir de un país; logró unirnos durante varios días alrededor de un sentimiento único: «El fútbol»; no solo en la dimensión comercial, sino en su contenido y expresión de vida; fortaleciendo lazos de amistad de un país que prefirió dejar a un lado la polarización y satanización política que contamina y envenena la vida social.
El fútbol y la selección nos invitan a pensar y aprender que, Colombia debe ser un equipo donde prevalezca el respeto por la pluralidad, como característica identitaria. El comportamiento y actitud de estos jóvenes nos enseñaron la dimensión de la convivencia; quienes proceden de distintas regiones de la periferia geográfica, la Colombia invisible determinada por la pobreza, exclusión y violencia; jóvenes afrodescendientes, indígenas, mulatos; es decir, el mestizaje cultural que dignamente y con orgullo representan ante el mundo.
Donde, con perseverancia y talentos lucharon en silencio, labrando un destino de superación personal y social en un deporte altamente competitivo y comercial. Estos guerreros, poseedores de una capacidad de resiliencia; a través del fútbol expresan una lucha contra la indiferencia, la pobreza y el abandono estatal.
En medio de adversidades y contradicciones sociales; estos muchachos se juntan por un ideal compartido: jugar al fútbol; mostrar sus talentos, ganar partidos, torneos y dejar en alto a su país. El mensaje de la selección para nuestro convulsionado país consiste en encontrarnos, convivir y entender; el fútbol como un deporte recreativo, competitivo y humano; que nos invita a pensarlo, vivirlo y sentirlo; con pasión reflexiva.
Tenemos una nación en construcción; que responde a un ideal social, que debemos pensar y construir; para jugar como equipo; donde todos somos importantes y necesitamos sentirnos importantes. El país debe aprender de la selección, jugar en equipo; contrario a ello, continuaremos condenados al fracaso.