Bogotá.

7 Sep 2017 – 3:41 PM

Papa Francisco

Tras una breve reunión en el Palacio Cardenalicio en Bogotá, el pontífice leyó un emotivo discurso dirigido a los asistentes de la Plaza de Bolívar, en su mayoría jóvenes. Estas son sus palabras completas.

Queridos hermanos y hermanas:

Los saludo con gran alegría y les agradezco la calurosa bienvenida. «Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes». (Lc 10,5-6)

Hoy entro a esta casa que es Colombia diciéndoles, ¡la paz con ustedes! Así era la expresión de saludo de todo judío y también de Jesús. Porque quise venir hasta aquí como peregrino de paz y de esperanza, y deseo vivir estos momentos de encuentro con alegría, dando gracias a Dios por todo el bien que ha hecho en esta nación, en cada una de sus vidas.

Vengo también para aprender; sí, aprender de ustedes, de su fe, de su fortaleza ante la adversidad. Han vivido momentos difíciles y oscuros, pero el Señor está cerca de ustedes, en el corazón de cada hijo e hija de este país. Él no es selectivo, no excluye a nadie sino que abraza a todos; y todos somos importantes y necesarios para él. Durante estos días quisiera compartir con ustedes la verdad más importante: que Dios los ama con amor de padre y los anima a seguir buscando y deseando la paz, aquella paz que es auténtica y duradera.

Veo aquí a muchos jóvenes que han venido de todos los rincones del país: cachacos, costeños, paisas, vallunos, llaneros. Para mí siempre es motivo de gozo encontrarme con los jóvenes. En este día les digo: mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha encontrado al Señor. Nadie se la podrá quitar (cf. Jn 16,22). No se la dejen robar, cuiden esa alegría que todo lo unifica en el saberse amados por el Señor. El fuego del amor de Jesucristo hace desbordante ese gozo, y es suficiente para incendiar el mundo entero. ¡Cómo no van a poder cambiar esta sociedad y lo que se propongan! ¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande! A ese sueño grande los quiero invitar hoy.

Ustedes, los jóvenes, tienen una sensibilidad especial para reconocer el sufrimiento de otros; los voluntariados del mundo entero se nutren de miles de ustedes que son capaces de resignar tiempos propios, comodidades, proyectos centrados en ustedes mismos, para dejarse conmover por las necesidades de los más frágiles y dedicarse a ellos. Pero también puede suceder que hayan nacido en ambientes donde la muerte, el dolor, la división han calado tan hondo que los hayan dejado medio mareados, como anestesiados: dejen que el sufrimiento de sus hermanos colombianos los abofetee y los movilice. Ayúdennos a nosotros, los mayores, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono.

También ustedes, chicos y chicas, que viven en ambientes complejos, con realidades distintas y situaciones familiares de lo más diversas, se han habituado a ver que no todo es blanco ni todo es negro; que la vida cotidiana se resuelve en una amplia gama de tonalidades grises y esto los puede exponer al riesgo de caer en una atmósfera de relativismo, dejando de lado esa potencialidad que tienen los jóvenes, la de entender el dolor de los que han sufrido. Ustedes tienen la capacidad no sólo de juzgar, señalar desaciertos, sino también esa otra capacidad hermosa y constructiva: la de comprender. Comprender que incluso detrás de un error —porque el error es error y no hay que maquillarlo— hay un sinfín de razones, de atenuantes. ¡Cuánto los necesita Colombia para ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr comprender!

A ustedes, jóvenes, les es tan fácil encontrarse. Les basta un rico café, un refajo, o lo que sea, como excusa para suscitar el encuentro. Los jóvenes coinciden en la música, en el arte… ¡Si hasta una final entre el Atlético Nacional y el América de Cali es ocasión para estar juntos! Ustedes pueden enseñarnos que la cultura del encuentro no es pensar, vivir, ni reaccionar todos del mismo modo; es saber que más allá de nuestras diferencias somos todos parte de algo grande que nos une y nos trasciende, somos parte de este maravilloso país.

También vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en la vida: perdonar. Perdonar a quienes nos han herido; es notable ver cómo no se dejan enredar por historias viejas, cómo miran con extrañeza cuando los adultos repetimos acontecimientos de división simplemente por estar atados a rencores. Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio, porque nos hacen ver todo el mundo que hay por delante, toda la Colombia que quiere crecer y seguir desarrollándose; esa Colombia que nos necesita a todos y que los mayores le debemos a ustedes.

Y precisamente por esto enfrentan el enorme desafío de ayudarnos a sanar nuestro corazón; a contagiarnos la esperanza joven que siempre está dispuesta a darle a los otros una segunda oportunidad. Los ambientes de desazón e incredulidad enferman el alma, ambientes que no encuentran salida a los problemas y boicotean a los que lo intentan, dañan la esperanza que necesita toda comunidad para avanzar. Que sus ilusiones y proyectos oxigenen Colombia y la llenen de utopías saludables.

Sólo así se animarán a descubrir el país que se esconde detrás de las montañas; el que trasciende titulares de diarios y no aparece en la preocupación cotidiana por estar tan lejos. Ese país que no se ve y que es parte de este cuerpo social que nos necesita: descubrir la Colombia profunda. Los corazones jóvenes se estimulan ante los desafíos grandes: ¡Cuánta belleza natural para ser contemplada sin necesidad de explotarla! ¡Cuántos jóvenes como ustedes precisan de su mano tendida, de su hombro para vislumbrar un futuro mejor!

Hoy he querido estar estos momentos con ustedes; estoy seguro de que ustedes tienen el potencial necesario para construir la nación que siempre hemos soñado. Los jóvenes son la esperanza de Colombia y de la Iglesia; en su caminar y en sus pasos adivinamos los del mensajero de la paz, de Aquél que nos trae noticias buenas.

Queridos hermanos y hermanas de este amado país. Me dirijo ahora a todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos, como quien quiere ser portador de esperanza: que las dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe, que el mal no los venza. Creemos que Jesús, con su amor y misericordia que permanecen para siempre, ha vencido el mal, el pecado y la muerte. Sólo basta salir a su encuentro. Los invito al compromiso, no al cumplimiento, en la renovación de la sociedad, para que sea justa, estable, fecunda. Desde este lugar, los animo a afianzarse en el Señor, es el único que nos sostiene y alienta para poder contribuir a la reconciliación y a la paz.

Los abrazo a todos y a cada uno, a los enfermos, a los pobres, a los marginados, a los necesitados, a los ancianos, a los que están en sus casas… a todos; todos están en mi corazón. Y ruego a Dios que los bendiga. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.

“Y, por favor, no se olviden de rezar por mí”.

He aquí en resumen sus 7 mensajes en este gran día en Bogotá.

  1. Huir de toda tentación de venganza

El Papa Francisco, durante su visita a la Casa de Nariño, aseguró que con su viaje al país expresa su aprecio por los esfuerzos de Colombia a lo largo de las últimas décadas para poner fin al conflicto armado. «Los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo que no da tregua y que exige el compromiso de todos», dijo.

El Sumo Pontífice agregó que «este trabajo nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro».

El prelado destacó el esfuerzo que ha hecho el país por construir una paz tan anhelada y pidió que «este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses solo particulares y a corto plazo».

“Cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas y construir puentes para ayudarnos mutuamente”.

  1. Se necesitan leyes justas

También en la Casa de Nariño, Francisco recordó el lema “Libertad y Orden”, que reposa en el escudo nacional del país. El Santo Padre hizo referencia a la enseñanza que le puede dejar al país estas dos palabras y señaló que los ciudadanos deben ser valorados en libertad y protegidos por un orden estable.

El Sumo Pontífice indicó que las leyes son necesarias para resolver las causas estructurales de la pobreza, “que es la que genera exclusión y violencia, y si la sociedad no sana de esta enfermedad puede dejar la puerta abierta a nuevas crisis”.

“No es la ley del más fuerte, sino la fuerza de la ley la que rige la convivencia pacífica. Se necesitan leyes justas que puedan garantizar la armonía y ayudar a superar los conflictos que ha desgarrado a esta Nación por décadas”, indicó Francisco, aclarando que la inequidad es la causa de los males sociales.

En su discurso también señaló que el país necesita mirar a los más vulnerables, a las etnias, los campesinos, las mujeres, a quienes habitan en las zonas más apartadas del país, porque “son los más débiles, explotados y maltratados, aquellos que no tienen voz porque se les ha privado de ella o no se les reconoce”.

  1. Vengo hasta aquí como testigo de paz

Tras su paso por la Casa de Nariño, el Papa Francisco se dirigió a la Catedral Primada de Bogotá, donde oró en profundo silencio y durante varios minutos ante la imagen de la Virgen de Chiquinquirá. Allí, el Santo Padre dejó un emotivo mensaje de su puño y letra en el Libro Becerro, un diario donde se registran todos los sucesos importantes de la Catedral y debe su nombre a que está empastado en piel de becerro.

“El Señor se hará grande hasta el confín de la Tierra. Él mismo será la paz (Miqueas 5: 3- 4).  Vengo hasta aquí como testigo de paz, de la paz que Dios quiere para Colombia. Esta será posible con el esfuerzo de todos. Ya contamos con una gracia. Francisco, 7 septiembre de 2017”, se lee en el manuscrito del Papa Francisco.

  1. Atrévanse a soñar a lo grande

Uno de los momentos más emotivos de la jornada del Papa en Bogotá, fue el que se vivió en la Plaza de Bolívar, donde el Santo Padre les habló a más de 22 mil jóvenes que lo esperaban desde las primeras horas de la mañana. Lo hizo desde el balcón del Palacio Cardenalicio, después de la oración ante la imagen de la Virgen de Chiquinquirá.

Allí habló de los sueños y de las alegrías, de los retos y de las esperanzas. “Atrévanse a soñar a lo grande, a ese sueño grande hoy los invito”, les dijo, y luego les insistió: “No tengan vuelos rastreros, vuelen alto y sueñen grande”.

El Papa Francisco instó a la juventud colombiana a que “mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha encontrado al Señor. Nadie se las podrá quitar. No se la dejen robar, cuiden esa alegría”.

  1. Enseñen a sus mayores a perdonar

Francisco reconoció la capacidad que tienen los jóvenes de perdonar, gracias a la cultura del encuentro, de convivir con amigos sin importar su pensamiento, algo que les pidió que se lo enseñen a los adultos.

“A ustedes, jóvenes, les es tan fácil encontrarse (…) les basta un rico café, un refajo, como una excusa para suscitar un encuentro. Los jóvenes coinciden en la música, en el arte, en una final entre Atlético Nacional y América de Cali, todo es ocasión de estar juntos”.

Y agregó: “Ustedes pueden enseñarles a los grandes que la cultura del encuentro no es pensar todos del mismo modo, es saber que más allá de nuestras diferencias, somos todos parte de algo grande que nos une y nos trasciende, somos parte de este maravilloso país. Ayúdenos a enseñar a los grandes a entrar en esta cultura del encuentro que ustedes practican tan bien”.

Así mismo, el Santo Padre admitió que “la juventud los hace capaces de algo difícil: perdonar, perdonar a quienes nos han herido. Ustedes no se dejan enredar por historias viejas, como cuando los adultos contamos cosas que nos atan al rencor. Ustedes nos ayudan a dejar atrás el odio, ustedes nos hacen ver el mundo que está por delante, a la Colombia que se está desarrollando”.

“Por esta capacidad de perdonar, ustedes enfrentan el enorme desafío de ayudarnos a sanar nuestro corazón, escuchen esto que les pido, ayudarnos a sanar nuestro corazón”, dijo Francisco.

  1. No sirvan a un concepto de hombre

Tras el encuentro con los jóvenes, Francisco se reunió con los obispos colombianos en el Palacio Cardenalicio, a quienes entregó múltiples mensajes alrededor de la función que deben cumplir como pastores. “Ustedes no son técnicos ni políticos, son pastores. Cristo es la palabra de reconciliación escrita en sus corazones y tienen la fuerza de poder pronunciarla no solamente en los púlpitos, en los documentos eclesiales o en los artículos de periódicos, sino más bien en el corazón de las personas, en el secreto sagrario de sus conciencias”, dijo.

“A la Iglesia no le interesa otra cosa que la libertad de pronunciar esta Palabra, ser libre para pronunciar esta palabra. No sirven alianzas con una parte u otra, sino la libertad de hablar a los corazones de todos”, agregó Francisco, quien resaltó que en esa “autonomía y vuelo para inquietar”, los obispos “tienen la posibilidad de sostener un cambio de ruta”.

“El corazón humano, muchas veces engañado, concibe el insensato proyecto de hacer de la vida un continuo aumento de espacios para depositar lo que acumula. Es un engaño. Precisamente aquí es necesario que resuene la pregunta: ¿De qué sirve ganar el mundo entero si queda el vacío en el alma?”, aseguró.

“Les ruego tener siempre fija la mirada sobre el hombre concreto. No sirvan a un concepto de hombre, sino a la persona humana amada por Dios, hecha de carne, huesos, historia, fe, esperanza, sentimientos, desilusiones, frustraciones, dolores, heridas, y verán que esa concreción del hombre desenmascara las frías estadísticas, los cálculos manipulados, las estrategias ciegas, las falseadas informaciones, recordándoles que ‘realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado’”, dijo.

  1. Las densas tinieblas que amenzan

Ya en la tarde, durante la misa campal en el Parque Metropolitano Simón Bolívar, el Papa Francisco –ante más de un millón de personas– resaltó su aprecio por Bogotá y la belleza de Colombia, pero advirtió que, como en otras partes, “aquí hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida”.

“Las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos”, dijo.

Y agregó: “las tinieblas del irrespeto por la vida humana que siega a diario la existencia de tantos inocentes, cuya sangre clama al cielo; las tinieblas de la sed de venganza y del odio que mancha con sangre humana las manos de quienes se toman la justicia por su cuenta; las tinieblas de quienes se vuelven insensibles ante el dolor de tantas víctimas”, agregó el Santo Padre

Siempre termina diciendo su frase… «Por favor no se olviden de rezar por mi»

Foto AFP cortesía para Revista EXPECTATIVA.

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