«La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es el arma más poderosa para cambiar el mundo», decía el político sudafricano Nelson Mandela. Esta expresión enmarca la importancia que para el desarrollo de la humanidad representa la educación. Y en esta materia, Colombia, aunque ha mejorado, tiene dos grandes retos: el primero, mejorar el promedio de años de escolarización y el segundo, mejorar la calidad de la educación que se imparte en el país.
En primer lugar, el promedio de años de escolarización hace referencia al grado de instrucción formal de las personas mayores de 25 años. En este frente, el país ha presentado mejoras sustanciales en las últimas tres décadas. Mientras en 1990 el promedio de años de escolarización era de 5.5 años, en el 2020 el promedio fue de 8.86 según la información más reciente de la UNESCO. Pero a pesar de esta mejora local, este promedio es inferior al de países comparables de la región, como Chile que lo tiene en 10.59, Perú que lo tiene en 9.76 o México que lo tiene en 9.22. Ya en otro nivel de desarrollo encontramos que este indicador en Estados Unidos es de 13.91 años.
El segundo gran reto de la educación en Colombia es mejorar su calidad. Según mediciones internacionales, como las adelantadas por el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), de nuevo, con respecto a países comparables de la región, el resultado de Colombia no fue satisfactorio con base en los resultados del año 2022. En matemáticas, mientras el resultado de Colombia fue de 382 puntos, el de Chile fue de 411; el de México fue de 395; y el de Perú fue de 391. El promedio de países de la OCDE fue de 472. En lectura los resultados son similares y solamente en ciencias superamos a Perú y a México.
Frente a estos dos retos de la educación, es muy importante que el Gobierno nacional continúe implementando las acciones necesarias para superarlos, pero al respecto se presentan algunas alertas. Por ejemplo, programas como los de alimentación escolar (PAE), que promueven la matrícula de estudiantes y que hasta hace unos años eran financiados en una gran proporción por el Gobierno nacional, en las últimas vigencias las entidades territoriales han tenido que apropiar cada vez más recursos de sus regalías para suplir las transferencias del Gobierno central. En el futuro se espera que las regalías sean decrecientes por concepto de la transición energética, lo que colocaría en riesgo la continuidad de esta política, entre otras.
Con respecto a la calidad de la educación, esta pasa no solamente por el seguimiento a la calidad de los estudiantes, sino de los maestros. Y para esto es fundamental que el Gobierno nacional promueva, aún más, y mejore, la formación y evaluación docente. Solo de esta manera, nuestros estudiantes estarán en la capacidad de también mejorar sus competencias.
A nivel territorial también tenemos grandes responsabilidades para enfrentar estos retos, y como Departamento de Córdoba, las estamos planeando y ejecutando. La cartera de educación es el sector que mayor número de proyectos y recursos ejecutará durante este cuatrienio, en proyectos y programas estratégicos que nos permitan garantizar mayor acceso, permanencia y calidad en todos los niveles de la educación. Estos proyectos incluyen el mejoramiento de infraestructura educativa, sedes multiservicios que garanticen el tránsito de la educación básica a la técnica y superior, el bilingüismo como política pública, la regionalización de la Universidad de Córdoba, entre otros.
Los resultados en el sector educación no son inmediatos, pero es impulsando este tipo de políticas y acciones en el sector educativo que podremos cambiar al mundo y fortaleceremos los cimientos de una Colombia competitiva y próspera para el siglo XXI. Que la llama de la educación no se extinga, como decía mi abuelo Elías Bechara Zainúm, fundador de las Universidades de Córdoba y del Sinú, en mi departamento, ambas acreditadas de alta calidad y orgullo de la región.
Gobernador del Departamento de Córdoba