En el libro titulado: «El Dieciocho de Brumario de Luis Bonaparte» Escrito por Karl Marx en 1852, hace referencia a: «La historia ocurre dos veces», la primera vez, como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa». Lo anterior, para contextualizar un hecho reciente en la historia del conflicto armado en Colombia, en especial, en Córdoba; evento relacionado con el encuentro entre el otrora poderoso jefe paramilitar Salvatore Mancuso y el Presidente de la República con asistencia masiva de la población campesina; víctimas de la violencia. El encuentro consistía en la entrega de más de 8 mil hectáreas de tierra por los exjefes paramilitares como mecanismo de reparación; allí hizo presencia Mancuso como gestor de paz; quien nuevamente expresó su arrepentimiento por el daño y dolor causado. Cuyo objetivo fue tratar de explicar de manera coherente, por qué se originó un exterminio espantoso y masivo de seres humanos en un territorio privilegiado por la naturaleza; en términos de posición geográfica, recursos naturales, gente laboriosa, mestiza y campesina, ante la mirada indiferente de una élite regional y nacional centralista y aislada que, solo se escucha así misma.

Los calificativos frecuentes para explicar este holocausto de seres humanos son: inconcebible, incomprensible e inexplicable; por consiguiente, la posición recurrente, ante la dimensión del exterminio, sea la incomprensión. Lo cual impide, las posibilidades de extraer consecuencias útiles del tema. Comprender la violencia paramilitar en Córdoba, es una tarea compleja. Entender lo sucedido, requiere resolver las causas y motivaciones que lo rodearon. Las causas tienen que ver con acciones y omisiones y algunas, por actos de las dos clases permitidas por los gobiernos de la época. Este fenómeno de violencia puede explicarse como cualquier otra experiencia humana. Esta época de violencia repudiada, es imposible olvidarla como fue en realidad; pero, también es vulnerable a que se le recuerde como no fue.

En consecuencia, es importante la verdad y la memoria histórica. Alrededor del tema han surgido muchos mitos y narrativas; unos que señalan a sectores y personas por la falta de compromiso, sabiduría y determinación para detener la barbarie; otros, pretender culpar y crear nuevos «malos» para legitimar y justificar una narrativa determinada. En este sentido, diluyen la realidad del fenómeno paramilitar; desconociendo que, representó una etapa en la larga tradición de violencia política nacional, donde el proyecto paramilitar respondió a una estrategia político-militar para detener el avance de la insurgencia armada. Córdoba y gran parte del país, padecieron esa estrategia de guerra y violencia, dejando dolor, muerte y desplazamientos masivos. Por ende, el proyecto paramilitar fue el fruto de un lugar y un tiempo específico. La presencia de Mancuso, junto al presidente Petro y campesinos víctimas de la violencia, pidiendo perdón, es un hecho histórico y simbólico que muestra la derrota, no solo de Mancuso y lo que representaba; sino del Estado y todos los actores armados que han ocasionado una guerra de perdedores, donde el resultado ha sido la degradación de la condición humana y la imposibilidad de construir un proyecto de nación donde podamos convivir.

La historia se repite, lo que cambia es la interpretación de los hechos y personajes; una tragedia o una farsa. Los ilustres personajes del pasado reaparecen en escena, en una especie de comedia.

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