Por: Juan Rincón Vanegas @juanrinconv, especial para Revista EXPECTATIVA 41 Años.
En medio de sus reflexiones sobre lo sucedido la madrugada del miércoles primero de mayo de 1991, cuando se coronó como Rey Vallenato en la mítica tarima Francisco El Hombre de la plaza Alfonso López de Valledupar, el acordeonero sanandresano Julián Rojas Teherán, dice muy convencido: “No derroté a Juancho Rois, sencillamente me gané el Festival Vallenato”.
En esa ocasión estuvo acompañado por el cajero Luis Carlos ‘Azabache’ Varela y el guacharaquero y cantante Donaldo Enrique Martínez, e interpretó el paseo ‘La estrella’ (Juan Muñoz); el merengue ‘El mango de la plaza’ (José Edilberto Rondón); el son ‘Altos del Rosario’ (Alejandro Durán) y la puya ‘La fiesta de los pájaros’ de Sergio Moya Molina.
Hace 27 años sucedió esta historia que le cambió la vida a Julián Rojas, y que él ha querido contar por primera vez, teniendo que sacar fuerzas porque la nostalgia en el trayecto del diálogo lo quería vencer al traer a su memoria este acontecimiento.
Juancho, el amigo fiel
Sentado en la terraza de su casa del barrio La Castellana de Valledupar, y rodeado de su familia, comenzó a narrar: “A Juancho lo conocí en el año 1984 en Bogotá, a través de mi hermano Jorge Rojas, quien fue a afinarle unos acordeones al antiguo hotel Bacatá. En ese momento tomé uno de los acordeones y comencé a interpretar la melodía clásica panameña ‘La linda Ballesteros’. Cuando él me escuchó tocarla se maravilló, porque yo era un muchacho de sólo 14 años. Enseguida, me pidió que siguiera tocando”.
De esa manera nació la amistad entre estos dos acordeoneros que siete años después se enfrentaron en el Festival de la Leyenda Vallenata. Cuenta Julián que esa amistad se fortaleció en cada encuentro que tenían, y más cuando Juan Humberto Rois Zúñiga, le contó que estaba animado a competir para ser Rey Vallenato.
“A Juancho le sembraron la inquietud de ser Rey Vallenato, porque él estaba en su mejor momento a nivel musical al lado de Diomedes Díaz, e inclusive, le habían
buscado el nombre al siguiente trabajo discográfico que era ‘El Cacique y el Rey’. Todos estábamos convencidos que Juancho sería el nuevo Rey Vallenato”.
Con la mente en fila de aquel suceso y sin parar de contar. Es más, estaba en aire de puya porque le salían rápidamente, frases y más frases, dijo: “Un día cualquiera al llegar a Bogotá, Juancho me llamó para compartir, y me dijo, oye Giuliano, así me decía por cariño, por el actor italiano Giuliano Gemma, te tengo una buena noticia. Vamos para Valledupar que me voy a presentar al Festival Vallenato, quiero llevarte conmigo y nos bajamos en la casa de mi tío ‘Purito’ Canova”.
Al comienzo Julián no aceptó, pero al rato fueron a comprar los tiquetes para viajar días antes del evento. Su labor era ser su ayudante y asesor musical. Se encargaría de tener el maletín de las camisetas y toallas blancas, y también el termo con el agua. Además, que los siete acordeones de ‘El Fuete’ estuvieran siempre 10 puntos.
Volvió a tomar el acordeón
Ya en Valledupar, en uno de los ensayos Julián Rojas volvió a tomar el acordeón, así como lo hizo esa vez en Bogotá, y lo acompañaron el cajero Rodolfo Castilla y el guacharaquero y cantante Reinaldo ‘El Papi’ Díaz, que eran los acompañantes titulares de Juancho Rois.
Ese momento tuvo una connotación extraordinaria porque Juancho al escucharlo le propuso que se inscribiera para el Festival de la Leyenda Vallenata. “De inmediato le dije que no. Que estaba para hacerle la segunda en todo lo que necesitara, pero él seguía con la insistencia, porque quería que la gente me conociera. Le argumenté que no tenía acordeones y contestó que sus acordeones eran también míos”.
La mañana siguiente, cuando Julián se levantó Juancho Rois no estaba en casa y regresó al cabo de un buen rato, viniendo acompañado del cajero Luis ‘Azabache’ Varela y el guacharaquero y cantante Donaldo Enrique Martínez.
“Llegó con una sonrisa pícara, y de inmediato me entregó mi escarapela diciéndome que ya estaba oficialmente inscrito para participar en el Festival Vallenato, que ellos eran mis acompañantes y que no me preocupara por nada. No había de otra, ahora estaba con un tremendo compromiso y seguía convencido que el Rey Vallenato sería Juancho”.
La gran final
Al comenzar la competencia las rondas iban pasando y los dos acordeoneros con excelentes puntajes llegaron a la gran final. “En la noche de la final, yo seguía viendo a Juancho como rey, pero sucedió algo que no estaba dentro del libreto y
fue que él cambió a última hora el paseo que era ‘El estanquillo’, de Náfer Duran, por ‘Lucero espiritual’ de Juancho Polo, tema no apto para concursar en el Festival Vallenato porque no es un paseo neto. Esa decisión cambió la historia de un rey, que pudo haber sido y no lo fue”.
Entra en explicaciones, e incluso interpretó las dos canciones con su acordeón, señalando: “Estoy seguro que si toca ‘El estanquillo’ hubiera sido el nuevo Rey Vallenato. Esa canción se ensayó muchas veces y esa era la que iba, al lado del merengue ‘De La Junta pa’ La Peña’ de Nicolás ‘Colacho’ Mendoza, del son ‘Cata’ de Alejandro Durán y la puya ‘La zoológica’ de Náfer Durán”.
Después de las presentaciones de los finalistas la tarea era para el jurado que integraron Rodrigo Barraza Salcedo, Armando Benedetti, Emiliano Zuleta Díaz, Orangel ‘El Pangue’ Maestre y Alberto ‘Beto’ Villa, quienes consideraron a Julián Rojas como el nuevo Rey Vallenato.
Recuerdo permanente
“Ese fue un Festival Vallenato increíble que quedó para la historia por todo lo que encerró, y por el apoyo que con todo el corazón me brindó Juancho Rois, el cual todavía pasados 27 años no alcanzo a agradecerle”, expresa Julián Rojas
Después de entregar este concepto la nostalgia lo cubre de pies a cabeza. Cierra los ojos, medita y confiesa. “No pude disfrutar el triunfo al ver a Juancho Rois triste y rodeado de pocos amigos. Yo lo consolaba y le decía: Juancho, yo te dije que no quería participar en esto, y mira lo que pasó” y él acongojado me contestó: “Tranquilo Giuliano, tú no tienes la culpa, eres el nuevo Rey Vallenato, te felicito”.
Julián Rojas, recibió lo que Dios le brindó acorde a su talento, y Juancho fue ese gran amigo noble, bueno y excelso acordeonero que dejó huellas en el mundo vallenato.
La amistad continuó mejor que nunca y siempre se platicaba de aquel primer hecho que marcó sus vidas. El día que Julián tocó en Bogotá esa canción panameña de la autoría de Dorindo Cárdenas, donde se relata que una dama partía con rumbo desconocido, pero su amado se iba detrás, así como el suspiro después del llanto o la nostalgia evocando al recuerdo